11 de enero de 2008

Comentario personal

Uno siempre vive la vida de una forma pauteada, caminamos por la calle y simplemente no nos fijamos en lo que pasa a nuestro alrededor, en los detalles, pero hay ciertos espacios, generalmente espacios pequeños en donde estamos obligados a detenernos por un minuto, y es justo ahí en donde nuestros sentidos despiertan.


En el corto se ve un joven con deseos de querer, pero que su timidez le impide comunicarse con aquella que con su simple presencia despierta sus sentidos, se lo ve nervioso e indeciso, angustiado porque no puede hablarle a ella, hasta que la ve a ella con una maleta, él sabe que se va pero aun así no le dice nada, y es ella la que toma la iniciativa, le da un beso y le susurra, este simple acto nos muestra algo muy simple pero a la vez complicado, al final el deseo de querer gana y se logra ver presente al final del corto.

Esto fue lo que rescate de la idea del director de nuestro cortometraje, pero pienso que no es el “no lugar”, sino el espacio reducido el que nos lleva a lo que podríamos llamar el “mundo de los sentidos”, como lo seria en este caso el ascensor el cual hace que dos personas se encuentren y a pesar de que no se hablan, hay un contacto visual y una atmósfera claramente sentimental.



Camila Fernández Santos

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